lunes, 7 de junio de 2010

14.- Mil noventa y cinco días.

Hola,

Dicen que la felicidad nunca es completa para alguien y es verdad. Momentos felices se ven muchas veces empañados por momentos agrios que nos sorprenden en la vida.
Este fin de semana quería celebrar 1.095 días de tener algo que me hace inmensamente feliz. Todo iba genial, pero el domingo cambió la situación.

Alain era una persona excepcional. Cuando éramos niños he pasado muchas vacaciones de Navidad en su casa de Francia con sus padres, con él y sus hermanos.
Recuerdo grandes comidas familiares donde nos lo pasábamos genial. Fiestas en la Asociación de Españoles, fumar cigarrillos a escondidas,...
Cuando venían a nuestra casa en España era todo un acontecimiento. En casa de mis padres nos juntábamos hasta 9 niños y nos lo pasábamos de muerte. A día de hoy lo recuerdo todo con mucho cariño y con esa sensación de haber disfrutado una barbaridad.
Hace años que dejé de viajar en esas fechas a Francia, y él no volvió a viajar a España. Le vi por última vez hace unos 5 años.
Estaba muy cambiado. No era el niño, adolescente y hombre que yo recordaba. Su alegría había desaparecido por completo y le había pasado algo que me enteré la última vez que le vi y de la que no voy a comentar nada, porque queda y quedará entre él y yo.
Sólo puedo decir que le cambió la vida para siempre y empezó a sentirse prisionero en este mundo.
El contacto con él a partir de la última vez que le vi, fue imposible. Decidió aislarse de todo y todos.
El domingo me llamaron sus padres para decir que se había suicidado en el garaje de su casa.
No me da vergüenza decir que he llorado mucho por él, pero con una extraña sensación de sentir que por fin es libre y lo que le atormentaba ya no lo volverá a hacer. Pero siento mucha pena por sus padres, y por el momento que han vivido al encontrar a su hijo muerto en su casa. Es algo horrible sentir que alguien a quien quieres demasiado no se quiera tanto como le quieres tú.
Muchas veces pienso que como mejor estábamos era cuando éramos pequeños y nos alimentábamos de sueños y juegos y no dolía tanto vivir.
Este blog no pretendía ser algo demasiado íntimo, pero Alain ha sido alguien que ha pasado por mi vida, y era demasiado buena persona como para hacer que todo va bien y "aquí no ha pasado nada".
No dejo de tener esa extraña sensación de sentirme mal cuando disfruto, porque pienso en todos los que ya no están conmigo y no pueden disfrutar de esos momentos junto a mi.
B-sos,

Justa Osadía

5 comentarios:

Marga Esteban dijo...

¿Por què te va a dar vergüenza haber llorado por él??, creo que yo sentiría vergüenza de no haberlo hecho. Lamento lo de tu amigo,a veces la vida nos pone en circunstancias límite. Es bonito guardar el recuerdo de cuando eráis pequeños, allí Alain era libre.

Hei Jei dijo...

muaaaaaaaaaaaa!

Tom Baker dijo...

Un abrazo enorme ;) y no creas que no disfrutan a tu lado esas personas... seguramente siguen contigo :)

Justa Osadía dijo...

Bluess, pues sí. Cuando somos pequeños todo suele resultar más fácil.

Jei, gracias!!

Tom Baker, eso mismo hablaba el otro día con una amiga. Supongo que su energía queda con nosotros y nos ayuda.

B-sos!!

Anónimo dijo...

Es duro perder a alguien que se quiere. Y sobre todo para unos padres, y más aún (si es que es posible) cuando el que se va lo hace por su propia mano.

Lo siento.